sabato 11 gennaio 2014

Pensamientos y Palabras.

Pensamientos y Palabras. 


No preocuparos, mi elogio de Lucio Battisti se ha acabado con Emozioni. Cogí prestado su titulo solo porque tenía el mismo concepto que yo quiero transmitir hoy: mis sensaciones hacia la enfermedad.
Hablar de los cambios en mi cuerpo, exteriormente, no ha sido verdaderamente lo más sencillo.
Me desnude delante de vosotros, y si tengo en cuenta mi timidez crónica, significa un gran logro. Conquista por la facilidad con que los pensamientos han fluido convirtiéndose en conceptos.
Conquista por el deseo que al parecer tenía de compartirlos con alguien más que no era el ángel de Aiste, que ya vive todos los días el peso de la enfermedad. Conquista por las ganas que tengo de derrotar a la cabrona.
Mi nuevo reto es mucho más difícil: trasmitiros mis pensamientos. Los cambios físicos son visibles. Simplemente se trataba de hacer una descripción, más detallada si yo hubiera querido hacer daño en los sentimientos. Os garantizo que lo hice de manera muuuuy ligera.
Pensar, lo sabéis, es para mí sinónimo de sufrimiento, dolor. Por el simple motivo que es el equivalente a reflexionar sobre la e.l.a. Alternativas: ninguna.
Me propusieron recientemente un enfoque diferente a los pensamientos, en lugar de aceptar pasivamente la situación, intentar de profundizar, para explotarla de una manera positiva. Estoy intentando hacerlo, por el momento no obtengo ningún resultado, pero mejorare, estoy seguro.
A menudo pienso en el acercamiento de la gente hacia mí, enfermo. Me pregunto, en el caso que no estuviera enfermo, si hubiera sido capaz de transmitir mis sentimientos, que argumentos podía tratar, si hubiera tenido mucha, perdón la expresión estúpida "popularidad". Ustedes juzgaran.
El tiempo, al contrario de lo que pensáis, pasa también para mí. Entre el sueño (de verdad muy poco, desde las siete de la mañana por cuatro/cinco horas), los medicamentos varios, la fisioterapia, al estar un poco en la silla de rueda (con todo los preparativos pre y post) los momentos para reflexionar están muy reducidos.
Así que la noche es para mí el momento del día cuando empiezo a pensar a mí mismo. Paso la noche por la mayoría escribiendo, chateando con los amigos italianos noctámbulos o quien vive del otro lado del océano. Compararme con las personas sanas, fuera como por dentro, cambia la percepción de ser diferente, con hándicap, discapacitado o como lo estamos definiendo desde un tiempo, “hábiles de forma diferente”. En cada caso, la sustancia, para nosotros no cambia. Estamos enfermos y permanecemos enfermos.
Me acerqué a la Fe, de manera muy personal y muy confidencial. Rezo por la noche por mi cuenta, después de haber descubierto el placer de un buen amigo, de un no creyente como yo, al ir a la iglesia los domingos. Cerca de mi cama un rosario, único consuelo en la cárcel por otro amigo, que, cuando salió, tuvo el deseo de traérmelo de persona. Muchas gracias F. y muchas gracias M. para una sorpresa inolvidable. Gracias también a los que están en una peregrinación, que me recordaron en sus oraciones. Y para aquellos que lo hacen todos los días.
Aiste me dice, de broma pero no demasiado, que conocéis más vosotros de mi vida que ella. Después de esta noche, no me siento de contradecirla.

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