martedì 30 luglio 2013

la Stalla (club).

La Stalla. Hoy me gustaría hacer un llamamiento a lo mas jóvenes, a los hijos de mis amigos, ya que muchos leen el blog juntos, y eso me hace muy feliz y me llena de orgullo, porque considero mis amigos muy buenos padres. Nunca, repito nunca, habría pensado de ser tenido en consideración como ejemplo para los hijos de mis amigos… sinceramente, habría preferido no escribir este blog y se considerado un gilipollas por los amigos y sus hijos… En fin… La Stalla (el establo) era el lugar donde nos reuníamos los sábados noches. Sí, porque una vez se salía solo una noche a la semana… Siempre se hacía lo mismo: cena (pizza y coca) (me refiero al refresco de cola, se conocía solo esto entonces) de acostumbre al Ritz, famosa pizzería (luego también restaurante, nombrado por los señores Tonelli, con mucha fantasía, Ritzino). Aperitivo…no existía (no había el tiempo material, dado que se iba a cenar a las ocho, y digo ocho). Y, escuchar escuchar, en la disco se iba…. a las once! (los más chulitos iban a medianoche, pero se perdían a Avio Bonazzi, dueño del local que gritando “bienvenidos al Establo, donde se come, se toma y se baila!” declaraba el inicio de la noche. Y luego…Poesía. Fue lo más destacado de la noche solo para pocos expertos (en el sentido de que nadie ha sido capaz de "entender" el significado de las palabras de Avio). Y los Djs? Auténticos, de Mantova o zonas cercanas como Cerese. Liro y Nada, desde luego no Christophe Le Friant alias Bob Sinclair… La Musica era Musica, con la M mayúscula. Donna Summer, Barry White, Bee Gees, George Michael… nombres que a los jovenes de hoy en día no les dicen nada, pero que a los padres recuerdan el primer amor, el primer beso… No excluyo que el buen Barry era la banda sonora de vuestra concepción… preguntar a papá…. Luego a la una de la noche, los primeros padres empezaban a entrar, escondidos, para buscar a la hija, con la esperanza de no encontrarla pegada al noviecito… La noche, inevitablemente terminaba al “Chez Vous”. Un lugar de sándwich donde el menú clásico era: bocata de asado y salsa de alcachofa y la mejor “Banana Split” de la historia de la misma “Banana Split”. Incomparable. Así entre charlas y risas, se hacía tarde, pero no demasiado porque la mayoría de nosotros el día siguiente tenía algún partido de futbol. Eso es todo. Pero a nosotros nos encantaba. Y no me arrepiento ni un solo momento, ni una sola carcajada, una sola banana split, de aquella maravillosa adolescencia.

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